Al inicio de esta década el sector ostenta un grado considerable de desarrollo y las perspectivas del negocio parecen altamente promisorias. Las principales fábricas, por su parte, continúan llevando adelante ambiciosos proyectos de inversión.
A medida que la demanda local empieza a exhibir sus límites y que se resienten los envíos al exterior comienzan a ponerse en evidencia las falencias que aun persisten en la industria en parte debido a la escasa inserción en los mercados de exportación y la aguda brecha tecnológica que deja fuera de competencia a muchas pymes.
La cámara, por su parte, adquiere en estos años un gran dinamismo: incrementa su capacidad de gestión y logra ubicarse nuevamente como el centro neurálgico de los debates sectoriales.